En el Perú, cuando hablamos de cambio climático a menudo lo asociamos al derretimiento de glaciares, escasez de agua o a desastres naturales, aunque también en parte a los bosques montanos, al páramo y a las zonas altoandinas. En general, pensar en impactos en la biodiversidad es algo lejano o ligeramente analizado (quizás con la excepción de los recursos marinos) y poco se habla del impacto en los bosques tropicales, donde es justamente que se está centrando la atención en iniciativas como REDD (Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación forestal) o las temerarias iniciativas en biocombustibles.
En un reciente artículo publicado en Conservation Biology, Wright et al. ilustran cómo los bosques tropicales pueden también pasarla mal debido al calentamiento global. Uno de los hechos por el que los autores llaman la atención, es que las especies de las zonas tropicales se han adaptado para vivir en un rango muy estrecho de temperatura, que en algunos casos se está acercando a ser la temperatura máxima que pueden soportar. Por esta razón, entre otras, se presume que la aclimatación de estas especies al calentamiento global puede ser muy limitada, viéndose afectadas tanto ellas como especies con las cuales interactúan.
Con proyecciones del clima al 2100, se discute cómo las especies sensibles al incremento de la temperatura podrían alcanzar o no los “refugios frescos” (cool refuges), definidos como aquellas zonas que al 2100 tendrán temperaturas similares a la década de los 60s. Lo crítico es que las distancias a esos refugios serán mayores para las especies tropicales, particularmente las de la cuenca del Amazonas y las que están en sistemas montañosos tropicales a grandes altitudes. La distancia a los potenciales “refugios frescos” dependerá de la topografía, la latitud y el incremento proyectado de la temperatura; aunque también de la huella del hombre (p. ej.: carreteras, áreas urbanas, agricultura intensiva, etc.)
Los autores citan una serie de impactos en los bosques con relación al calentamiento global. Entre estos, se puede incluir: la sensibilidad de la respiración de las plantas a los incrementos de la temperatura, la relación inversa entre las tasas de crecimiento de los árboles con la temperatura promedio anual, y el largo tiempo generacional de muchas especies de árboles tropicales (300–1400 años) en relación a las tasas de cambio en la temperatura, lo cual limitaría su adaptación a estos cambios si se dan en un tiempo relativamente corto. Aunque hay mucha controversia sobre estas aparentes evidencias, lo que sí está claro es la necesidad de mayores investigaciones al respecto (p. ej.: en la capacidad de aclimatación de los árboles tropicales).
Es importante tener en cuenta que si la tierra sigue calentándose, el valor del bosque tropical podría disminuir, ya que las especies que lo componen serán críticamente impactadas, afectando probablemente en un mediano plazo la viabilidad de estrategias concebidas como “promisorias” (p. ej.: manejo forestal o REDD). Sin duda, la solución está basada en una disminución de las emisiones de GEI (gases de efecto invernadero); pero también necesitamos prepararnos para el cambio, el cual sin duda pasa por contar con información útil para un futuro aparentemente caliente y cada vez más cercano.
J. L. Mena
Wright, S. J., H. C. Muller-Landau & J. Schipper. The future of tropical species on a warmer planet. Conservation Biology
DOI: 10.1111/j.1523-1739.2009.01337.x